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Inicio Publicaciones Columna HLI La conexión entre la anticoncepción y el aborto (2/3).

La conexión entre la anticoncepción y el aborto (2/3).

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Padre Shenan J. Boquet
Presidente
Human Life International


El mal uso de nuestra libertad

Sin embargo, considero que la tentación de la anticoncepción es mucho más profunda y perniciosa de lo que muchos son conscientes. No se trata sólo de las relaciones sexuales. Recientemente encontré una iluminadora frase en la biografía sobre un monje Ortodoxo Oriental, San Silouan el Athonita. “La tentación de la libertad para la criatura creada a imagen divina,” dice San Silouan, “es modelar su propio ser, determinarse a sí mismo en todo, convertirse en su propio dios, y no tomar sólo lo que se le ha dado, porque eso implicaría un sentimiento de dependencia.” La manifestación más obvia de esta tentación en la cultura contemporánea es la corriente transgénero, en la cual los seres humanos declaran su libertad rechazando uno de los aspectos más evidentes de su naturaleza, su sexo biológico.

No obstante, creo que la misma tentación entra en juego con la mentalidad anticonceptiva. Según la creación divina, las relaciones sexuales y la procreación están inextricablemente conectadas. Esto es un hecho biológico. Es uno de los hechos más evidentes que conocemos. Es algo que recibimos en nuestro ser desde el momento en que somos concebidos. Cada aspecto de nuestros cuerpos, y de hecho nuestras mentes, apunta al hecho de que la sexualidad tiene lo que los filósofos llamarían una teleología – es decir una finalidad, una orientación, un movimiento hacia cierto propósito o fin específico. La Iglesia siempre ha enseñado que esta orientación teleológica tiene dos fines: a nivel biológico, hacia la procreación; a nivel psicológico y espiritual, hacia una unión esponsal más cercana con el cónyuge.

La anticoncepción crea la ilusión de que, ejercitando nuestra libertad, podemos de algún modo ir en contra de la naturaleza humana que nos ha sido dada, de esta orientación teleológica de nuestra sexualidad, que podemos re-crear la sexualidad a nuestra propia imagen, por así decirlo. De hecho, la cita de San Silouan me recuerda mucho algo que recientemente dijo el Cardenal Robert Sarah, otra auténtica voz profética en nuestra cultura. “Nuestros contemporáneos están convencidos de que, para poder ser libres, uno no debe depender de nadie,” dice el Cardenal, “hay un trágico error en ello. Los occidentales están convencidos de que recibir es contrario a la dignidad de la persona. Mas el hombre civilizado es fundamentalmente un heredero, él hereda una historia, una cultura, un lenguaje, un nombre, una familia. Eso es lo que lo distingue del bárbaro.” En efecto, es más profundo que eso, porque también hemos recibido nuestros cuerpos y una naturaleza humana. Por mucho que queramos ejercitar una libertad absoluta rechazando los límites impuestos por esa naturaleza, cuando intentamos hacerlo, la realidad nos detiene.


La regulación natural de la fertilidad está en conformidad con el plan de Dios

Para algunos es difícil distinguir entre el uso de métodos anticonceptivos y tratar de evitar un embarazo por medio de la Regulación Natural de la Fertilidad. Señalan que en ambos casos la intención es la misma: evitar el embarazo. Pero este es tristemente un análisis muy superficial. No logran comprender que la anticoncepción y la regulación natural de la fertilidad implican dos mentalidades radicalmente distintas. Mientras que la anticoncepción pretende ir contra la naturaleza de nuestros cuerpos, la regulación natural de la fertilidad es acorde con esa naturaleza. La pareja que usa anticonceptivos busca controlar, e incluso rebasar, la naturaleza dada, mientras que el matrimonio que usa la regulación natural de la fertilidad demuestra una profunda conciencia y respeto por la naturaleza que Dios nos ha dado. Mientras que la pareja que usa anticonceptivos juega “al hacer creer” (el hacer creer que la tecnología ha logrado separar el sexo y la procreación), el matrimonio que usa la regulación natural tiene siempre presente esa conexión, y por la lógica inherente en la práctica de la regulación natural de la fertilidad, sobre todo la lógica del sacrificio personal, se ven continuamente obligados a re-evaluar sus intenciones. Mientras que la meta de los fabricantes de anticonceptivos es crear una anticoncepción tan efectiva que aquellos que utilizan sus productos nunca tengan que considerar la posibilidad de un bebé, el matrimonio que utiliza la regulación natural de la fertilidad recuerda, a diario, el hecho de que la intimidad sexual y los bebés son parte integral del gran plan divino. La pareja que usa anticonceptivos quiere poner su no-fertilidad en “piloto automático”, y vivir sus vidas libres de las responsabilidades inherentes a la sexualidad humana, mientras que el matrimonio que usa la regulación natural de la fertilidad quiere buscar la voluntad de Dios para sus vidas, y se ven en la necesidad de buscarla en oración cada vez que asumen un incómodo periodo de abstinencia para posponer un embarazo cuando tienen motivos serios, no egoístas, para hacerlo.

Desde lejos puede parecer similar – dos parejas diferentes que tratan de evitar tener hijos. Aproximándose un poco más, sin embargo, no podrían estar más distantes. Un método está basado en un deseo de dominio y, en última instancia, en una ilusión. El otro método se basa en el respeto por los mandamientos de Dios, la humildad, una profunda conciencia de cómo son  realmente las cosas. Uno busca el control absoluto, el otro fomenta el autocontrol.


Continuará.

 

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