Susan Ciancio
Human Life International
¿Puede una persona de verdad cambiar de género?
Ryan T. Anderson, persona experimentada en investigación de principios estadounidenses y de políticas públicas, escribió un artículo que explicó y documentó el “desasosiego mental” de las personas que han decidido someterse a cirugías para “cambiar de sexo”. Anderson afirma:
“La ciencia moderna muestra que nuestra identidad sexual comienza con nuestro ADN y nuestro desarrollo en el seno materno, y que las diferencias sexuales se manifiestan en muchos sistemas y órganos del cuerpo, hasta llegar al nivel molecular… La cirugía cosmética y las hormonas cruzadas no pueden cambiarnos al sexo opuesto. Pueden afectar nuestras apariencias. Pueden atrofiar o dañar algunas expresiones externas de nuestro sistema reproductor. Pero no lo pueden transformar. No nos pueden cambiar de un sexo al otro” [5].
Todos tratamos de ser felices, de sentirnos confortables interiormente y sentir paz como somos. Pero la disforia de género es una enfermedad. Como dijimos arriba [en el artículo anterior], esta enfermedad parece afectar al 0.6% de la población. Como católicos, sabemos que lo único que causa la verdadera felicidad es el bienestar espiritual, el vivir fielmente de acuerdo con los principios cristianos.
En otras palabras, un hombre puede someterse a una cirugía para lucir como una mujer, y una mujer puede hacer lo mismo para lucir como un hombre, pero nadie puede cambiar su ADN – la esencia de su ser – para de verdad convertirse en el sexo opuesto.
Sin embargo, hoy en día la sociedad exige que creamos que el género es una realidad fluida – que cada persona puede y debe decidir su propio género, y que el resto del mundo tiene que estar de acuerdo con esa decisión. Y esto va en detrimento de las personas que más necesitan ayuda. La definición tradicional del término “género” ha sido secuestrada para propósitos ideológicos. A pesar de afectar a un pequeño porcentaje de la población, el movimiento ha ganado tanta fuerza que a menudo considera “insensible” y hasta “odioso” cuando las personas que no están de acuerdo señalan, aun con caridad, cualquier falla en la mentalidad transgénero. Sin embargo, como cristianos, eso es exactamente a lo que estamos llamados a dar testimonio – que el sexo biológico es reconocido en el nacimiento y permanece en nosotros durante toda nuestra vida.
El Dr. Paul McHugh ha pasado más de 40 años como profesor universitario distinguido por su servicio en el campo de la psiquiatría en la Faculta de Medicina de la Universidad Johns Hopkins estudiando a las personas transgéneras. En un artículo sobre la cirugía para “cambiar de sexo” expresa lo siguiente:
“La disforia de género… pertenece a la familia de similares suposiciones desordenadas acerca del cuerpo, como la anorexia nervosa y el desorden dismórfico del cuerpo. Su tratamiento no debe dirigirse al cuerpo como ocurre con la cirugía y las hormonas, como tampoco se trata a los pacientes anoréxicos que temen la obesidad con liposucción. El tratamiento debe esforzarse por corregir la naturaleza falsa y problemática de la suposición y resolver los conflictos psicosociales que la provocan.
“La mayoría de los niños y las niñas que buscan cambiar de sexo… tienen problemas psicosociales – conflictos con perspectivas, expectativas y roles que ellos sienten que están unidos a su sexo – y suponen que el cambio de sexo les aliviará el problema. La grave realidad es que la mayoría de estos jovencitos no encuentran terapeutas dispuestos a evaluarlos y guiarlos de tal manera que les permitan resolver sus conflictos y corregir sus suposiciones [énfasis añadido]. En vez de ello, estos niños y niñas y sus familias solo encuentran ‘consejeros de género’ que los animan a continuar con sus suposiciones equivocadas acerca de su sexo” [6].
Continuará.
Notas:
[5]. https://www.heritage.org/gender/commentary/sex-reassignment-doesnt-work-here-the-evidence.
[6]. https://www.thepublicdiscourse.com/2015/06/15145/.